''Había un padre'': El comienzo

Se narra la historia entre un padre profesor y su hijo en el Japón de la época. Un hecho traumático provocará un cambio radical en sus vidas.

Había un padre evidencia un comienzo en la manera de hacer cine de Ozu en múltiples facetas, la primera y más palpable es el cambio de estilo patente en sus películas que se mantendría hasta el día de su muerte, un cambio que ya se vislumbraba en otros filmes, (Un albergue en Tokio, El hijo único) diametralmente opuesto a las rápidas transiciones y al estilo frenético de sus anteriores películas que conforman su etapa muda, influenciadas por el cine clásico americano.


Otro comienzo es el argumental, cambiando radicalmente la comedia despreocupada de la época presente en Días de juventud o He suspendido, pero... en las que niños y jóvenes desfilaban por la pantalla a unos dramas familiares contenidos con la presencia de actores que serían tan característicos en su filmografía posterior como Chishu Ryu.

Otra peculiaridad del cine del creador de Cuentos de Tokio que también empieza a ser visible es el presentar a los personajes mediante simples pinceladas, como se puede comprobar al inicio del filme, en el que la cámara acompaña al espectador al descubrimiento de la figura autoritaria a la par que bondadosa del padre y a la ausencia de figura materna del hijo.

Precisamente de la mano del ya mencionado cambio de estilo apareció la etiqueta que fue de la mano de Ozu hasta su última película y que no fue erradicada hasta la creación de su última película, la que decía que era el director, aún sin Kurosawa en el panorama, más japonés de todos los japoneses y que, como tal, su cine no podría salir jamás de las fronteras niponas, debido a los numerosos planos de transición, a la tenue melancolía que recorren en sus planos y, a primera vista, las inexplicables reacciones de determinados personajes ante situaciones trágicas.

En definitiva, una película clave en la filmografía del director nipón y por tanto de la cinematografía mundial, noventa minutos de pura poesía afincada en la alienada sociedad japonesa de la época, emotivas conversaciones entre padre e hijo y un final de los de pañuelo en ristre. Imprescindible.

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