En ocasiones uno se olvida de la magia que tienen las películas de animación. Fue en ese estado de desgracia cuando me decidí a ver Song of the Sea y debo reconocer que ha sido un claro acierto. La magia irlandesa que desprende es superior al espíritu crítico que me mueve durante la primera hora de la película, que si bien resulta pasarse a una velocidad que ni las películas de Tarkovski también peca de ser excesivamente formal como ya hemos visto otras tantas veces en el cine de animación.
Llegada la media hora final con el climax desatado la obra de Moore me tiene completamente atrapado y no puedo evitar caer en la manipulación de su cine. Esto se debe a dos características principalmente, en primer lugar la historia que se nos cuenta, de una belleza extrema, y en segundo lugar por la animación que se utiliza para llevar a cabo el guión.
Los dos puntos que acabo de comentar se podrían resumir en una palabra, magia. Porque es ella a quien yo echaba de menos al empezar la película y no por ello ha sido menos grata su llegada. A pesar de todo quizá sea mas sencillo hacerla aparecer con el uso de dibujos, un argumento fantástico y dejando que se protagonice por un ser en la época mas cercana a la señora de la que hablo en el párrafo.

En definitiva no puedo dejar de recomendar Song of the Sea a cualquiera que se me cruce por la calle. Apta para el publico mas exigente y también para aquellos que somos incapaces de no querer a cualquier producto que el séptimo arte nos ha dejado.
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